Vistas
desde el glaciar de Blaitiere de Les Aiguilles de Chamonix
La idea de visitar los Alpes en época estival para escalar en roca, llevaba unos años pendiente y rondando de vez en cuando mi cabeza. Todas mis visitas anteriores a los Alpes habían sido en invierno y con el único objetivo de escalar cascadas de hielo y vías de alpinismo.
Tenía muchas ganas de poder escalar esas grandes paredes de granito plagadas de fisuras en el entorno de Chamonix, pero los veranos pasaban y no encontraba la oportunidad de hacer ese viaje pendiente. Tenía que conformarme con salidas de un par de días o tres a las paredes de Pirineos o Picos de Europa.
Este verano Gudino me planteó la idea de hacer un viaje de 15 días a principios de septiembre a Alpes, así que comenzaron los malabarismos para poder librar y cuadrar trabajos y compromisos. Ya era hora de desconectar un poco y escapar un par de semanas a los Alpes, porque llevaba 3 años sin un viaje o unas pequeñas vacaciones decentes.
El plan inicial estaba claro, escalaríamos donde nos dejase la meteorología, pero el objetivo principal sería escalar en Chamonix y en algunas paredes en concreto como el Grand Capuchin, El Mont Blanc du Tacul, Envers, Pilier Rouge de Blaiere etc. ya que teniendo pocos días queríamos aprovechar bien nuestras opciones y ya teníamos información de algunas vías que queríamos escalar.
Escalando en la tete de Aval, 500 metros de buena caliza en Ecrins
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